

Lugares que no te puedes perder
La Ciudad de Coria tiene ese punto mágico que solo conoce el que viene y siente las huellas de su milenario pasado histórico escritas en las cicatrices de sus piedras, que disfruta del sello distintivo de sus Genuinas tradiciones, que saborea el aroma de sus fogones, que percibe la fragancia de sus paisajes, o que simplemente comparte la amabilidad de sus gentes.
Un bello enclave histórico y monumental, con más de dos milenios de historia ininterrumpida, que aún sigue conservando entre sus antiguos muros el abolengo señorial, junto al linaje de la curia episcopal y el aroma taurino, por el que un día pasaron caudillos vettones, canónigos, prelados y marqueses, además de labriegos y sencillos pastores, que dejaron diseminadas sus huellas por cada uno de los evocadores rincones de su coqueto Casco Histórico, como escenario de historia viva que sigue cautivando a sus visitantes.


Recuerdos pasados de la historia cauriense, descritos en la rugosa piel de los graníticos sillares de sus vetustos monumentos, caso de las legendarias Murallas Romanas (s. I) que la cercan, consideradas como una de las fortalezas mejor conservadas, en su conjunto, de entre todas las halladas en el resto de Europa.
Grandes lienzos defensivos que protegen el contorno de esta ciudadela, que el viajero descubre nada más pasar por alguna de sus cuatro enormes portonas de ingreso: Puertas de San Pedro o del Sol (s. I), al norte; de la Guía o de la Ciudad (s. I), al suroeste; de San Francisco o del Rollo (s. XVI), al noroeste; y del Carmen o Nueva (s. XVI), al este, atestiguando el dominio y la presencia romana en el territorio.
Un símbolo de poder, que es compartido conjuntamente con el soberbio Castillo de los Duques de Alba (s. XV), levantado sobre otra anterior edificación defensiva de origen Templario, cuya elegante Torre del Homenaje destaca sobre el resto del conjunto militar fortificado como emblema del dominio señorial en la ciudad.
Piedras cargadas de historia, como lo atestigua la ilustre Catedral de Santa María de la Asunción (s. XVde fábrica visigoda y románica como emblema de la jerarquía XVIII), joya del gótico-plateresco extremeño con añadidos barrocos, levantada sobre los primitivos templos episcopal en una de las Diócesis más antiguas de España.


La memoria de un rico patrimonio histórico, cultural y religioso heredado, que fue tejido durante siglos, recogido y expuesto a través de las piezas conservadas, tanto en el Museo Catedralicio, donde se custodian entre preciosidades y curiosidades una excelente colección de arte sacro destacando el Sagrado Mantel de la Última Cena, como en la Exposición Museística de la Cárcel Real que acoge, en sus remozados calabozos, la historia, arqueología y etnografía del municipio transportándonos a otras épocas pasadas y presentes de la cultura y la tradición caurienses.
La narración de una historia que se revela igualmente sorprendente, al descubrir ese espacio de sosiego y recogimiento enclaustrado que es el Convento de la Madre de Dios (s. XVI-XVII), en el que la repostería de la buena cocina religiosa cobra vida ante su amplio recetario de dulces artesanales.
En definitiva, atractivos rincones todos ellos que atraparán al visitante, como el que igualmente se muestra, aunque algo más alejado del casco antiguo, en ese hermoso paraje que mira a la vega junto al acantilado que describe el río Alagón en el que se levanta el Santuario de Nuestra Señora Virgen de Argeme (s. XVII-XVIII), patrona de Coria y de su Diócesis, al combinarse la belleza monumental con el encanto paisajístico.

